jueves, 1 de noviembre de 2018






CLARA EN LA OSCURIDAD, Juan Ramón Barat
[Una novela excepcional]

¿Cómo reseñar una novela excepcional sin añadir simples migajas a una mesa llena de exquiteces? Convencido de que eso es imposible y requeriría seguramente un comentario extenso, opto por algo que pudiera parecer digresivo: contarles la labor lectora que durante más de treinta años he realizado con el propósito de conformar un corpus de obras aptas para jóvenes lectores. Y lo hago porque sé que esta obra que les invito a leer debería ocupar un lugar entre las elegidas.
      Hace años, cuando explicaba el Cantar de Mio Cid a mis alumnos de 3º ESO, tomé una drástica decisión: a partir de ese momento leeríamos fragmentos, poemas, cuentos representativos de la historia de la literatura, pero ofrecería a mis alumnos un conjunto de “obras cercanas a su sensibilidad” para que ellos eligieran aquellas que les apetecía leer. La lectura se convertía así en una experiencia personal y no en un pretexto para explicar literatura. Y esto es así porque leer requiere atender a dos aspectos esenciales: reconocer los gustos temáticos propios de cada alumno y respetar sin elitismos sus gusto temáticos. A partir de ese instante creé un Plan Individual de Lectura en un Punto de Información Lectora, es decir, en la Biblioteca. Y lo denominé “Lecturas al PIL PIL”. ¿Por qué les cuento este introito que aparentemente me aleja de la novela de Juan Ramón Barat? Sencillamente porque quiero que usted, padre o madre, o usted, docente interesado en promover la lectura, incluya Clara en la oscuridad entre los libros recomendables. A partir de ahora cuando un padre nos diga que a su hijo o hija no le gusta leer, le diremos que no tarde mucho en regalarle el libro del que hablo.
      He leído la poesía de Juan Ramón Barat y también algunas de sus novelas que han sido reseñadas en este blog , y creo que puedo afirmar –y no es un elogio gratuito ni exagerado– que esta es la que más me ha gustado. He sentido la desorientación de su personaje principal –Sergio Mora–; he admirado su determinación para seguir investigando; me ha cautivado la belleza y la personalidad de Clara, y he llorado su final –perdón por la anticipación o prolepsis–; he admirado sus descripciones precisas y hermosas; me he enrabietado con el trato a los inmigrantes; he disfrutado con el desarrollo de la acción y con las dosis de misterio y terror; he reconocido la perfecta disposición de las coordenadas espacio-temporales; he valorado cómo en el primer capítulo el autor da la información precisa para que cualquier lector se enganche a su historia –así se aprende también a escribir–; me he reconocido en la opinión del narrador sobre el valor transcendente de la música (p. 174); me ha emocionado el descubrimiento del amor entre Clara y Sergio (p.196); he sentido como propias las palabras de Carlos Buendía referidas a la inmortalidad de las obras de arte frente a la efímera existencia del hombre (p. 111); he sentido un escalofrío de tristeza al cerrar el libro; y he admirado, una vez más, a su autor… En fin, he disfrutado con una obra maestra de la literatura juvenil en castellano, o mejor, con una obra apta para cualquier lector.
      Y antes de cerrar el libro leo satisfecho:
“Me asomo al vacío. (…) Hay nubes blancas que pasan empujadas por las manos transparentes del viento. A veces cruzan pájaros por el espacio. El sol, a lo lejos, parece una naranja de oro desangrándose lentamente… Sonrío. Estoy seguro de que Clara está viéndome desde algún lugar muy lejano…”.

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