DESCONOCIDOS,
David Lozano Garbala
David Lozano Garbala es un escritor prolijo (baste aludir a su
trilogía gótica, La puerta oscura) y
también prolífico (desde que en 2006 ganara el Premio Gran Angular de SM con Donde surgen las sombras, su obra no ha
hecho más que crecer, distinguida siempre con los premios más importantes de
literatura juvenil).
El libro que nos ocupa, Desconocidos, se ha alzado con el Premio
Edebé de Literatura Juvenil 2018 y es un ejemplo de la destreza de David Lozano
para contar una historia y mantener el interés del lector hasta su resolución.
Pero, ¿qué cuenta y qué propone esta novela? Sin entrar en muchos detalles,
narra el acercamiento de dos personajes a través de Twitter. Lara Grávalos es
una joven guapa, menuda, de pelo rubio, aficionada a la lectura, que está acabando sus estudios en un
instituto. Un día recibe invitación de Wilde, una identidad falsa tras la que
se esconde Gerard, un joven estudiante de segundo de Derecho, muy tímido, quien
acaba obsesionándose de Lara, hasta el punto de proponerle una cita. La
persuasión y delicadeza de Wilde consiguen vencer la inicial resistencia de
Lara, quien al final accede a encontrarse con él en un MacDonald’s. La novela
cuenta más cosas: la relación de Wilde con su compañero de habitación en la
residencia de estudiantes –un tal Fran–, la amistad de Lara con Berta, su mejor
amiga; y las amenazas de Jordi Vila, el exnovio de Lara, de suicidarse si ella
decide iniciar otra relación. Pero, ¿qué propone esta novela? Sobre todo,
incita a reflexionar sobre los peligros de la red y plantea la fragilidad de
muchos jóvenes que se creen invulnerables. Aunque los sentimientos de
Wilde-Gerard sean buenos, el desenlace de la obra deja un asesinato y una vida
salvada en el último instante: “¿Cuántas víctimas potenciales hay ahora, en
este preciso momento, navegando a través de la red? La ingenuidad atrae a los
depredadores como la sangre a un tiburón. Nadie debería prestarse a una
proposición así” (p. 213). Diríase que muchos jóvenes buscan en la red otras
vidas que quizá luego no existan en la realidad: “En Internet solo hay
personajes, no personas” (p. 77).
La maestría del autor en la
dosificación de la trama se advierte también en la elección de unas coordenadas
espacio-temporales muy concretas. Todo transcurre en menos de dos días y solo
hay menciones a días anteriores porque son necesarias para conocer el proceso
de acercamiento de Wilde a Lara. La acción avanza sin titubeos y se resuelve
básicamente tres escenarios: primero, el Barranco de Sorts (donde hallan el
cuerpo de un joven cuya identidad no se desvela hasta el final, un espacio donde
el lector disfruta de los diálogos deductivos y enjundiosos entre el forense
Carlos y la subinspectora Irene con el fin de descubrir al culpable); segundo, el
restaurante MacDonald’s, donde se conocen físicamente Lara y Wilde (Gerard
nunca desveló su físico en Twitter); y tercero, la residencia universitaria, en
una de cuyas habitaciones Gerard hace partícipe a su amigo Fran de sus logros
para conseguir la cita.
La conversación entre el
forense Carlos e Irene Castell pueden considerarse todo un recetario deductivo
para apoyar cada sospecha (véanse los análisis a partir de la pulsera, el polvo
del quitamiedos o los cristales rotos del móvil) y avanzar en el descubrimiento
de la muerte del joven y de las razones del asesino psicópata, una identidad
que se desvela al final, si bien durante la lectura de la novela el lector
sospecha de varios posible asesinos, incluso de una asesina. El dominio de los
conceptos técnicos y jurídicos evidencia una meritoria labor de investigación
del autor de esta novela. Son también varios los quiebros argumentales que
llevan a pensar sobre quién pudiera ser el asesino o asesina. Así sucede cuando
el joven que cena con Lara afirma reiteradamente: “Jordi Vila no volverá a
cruzarse contigo, te lo he dicho antes. Tienes mi palabra” (p. 81). En la cita
que Lara comparte en el MacDonald’s con Wilde, ella siente una lógica
inseguridad inicial, poco a poco gana confianza y siente deseos de besarlo, y
finalmente temor cuando intuye su posible muerte.
Y, sin embargo, ante la
inconsciencia que supone lanzarse al abismo de la red para intimar con
desconocidos, el autor nos muestra a dos personajes de nobles propósitos. Gerard
y Lara son jóvenes amantes de la lectura (a ambos les apasiona Cartas a una desconocida, de Stefan
Zweig y El Principito, de Antoine de
Saint-Exupéry, además de otras novelas como La
canción secreta del mundo, de José Antonio Cotrina); les gustan las
canciones de Ed Sheeran, e incluso son seguidores de booktubers. Lara quiere borrar una relación anterior que considera tóxica,
en la que Jordi Vila acabó acosándola, mientras Gerard cree que a través de
Twitter podrá superar su acusada timidez. Es noble la intención de Gerard-Wilde
(elige ese nick porque le gusta El retrato de Dorian Gray, de Oscar
Wilde): está enamorado de Lara, o mejor, obsesionado.
Las referencias literarias son
abundantes. La cita que precede a la novela es del poeta granadino Luis García
Montero: “En mitad de la plaza hay alguien que se vuelve / y levanta los ojos /
para buscar la luz en mi ventana, / el faro de la noche y sus fantasmas”. De la
obra de este poeta se extrae también una idea para el lugar del primer
encuentro: quedar en un “lugar intermedio”, que no levante sospechas, porque
existen “Lugares intermedios, / madrugadas de junio a veces compartidas / en
primera persona del plural”. Asimismo, la alusión a Cyrano de Bergerac conviene
contextualizarla: del mismo modo que Vincent necesita de Cyrano para acercarse
a la bella Roxane, de la que este último siempre estuvo enamorado, así también
Gerard necesita la ayuda de su amigo Fran para ir trazando su estrategia de
acercamiento a Lara, sin sospechar que esta ayuda acabará siendo letal. En
esencia, tanto a Cyrano como Wilde los mueve el amor, la autenticidad de su
amor: “Si Lara G continúa hablando con Wilde es porque le ha interesado su
personalidad auténtica” (p. 109).
Estamos ante una magnífica
novela apta para jóvenes y también para lectores adultos (una vez más el
término de Literatura Juvenil se me antoja restrictivo porque aleja a lectores
de más edad de obras como la que aquí nos ocupa). No es una novela más que
incida en la manida temática del poder maléfico y descontrolado de las redes
sociales. Desconocidos es una novela
lograda que aborda con verosimilitud y eficacia narrativa un tema muy actual:
la indefensión de los jóvenes en la redes sociales debido al deseo abismático de vivir otras vidas.
Julián Montesinos Ruiz
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