EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CORDURA,
Javier Castillo
El inspector no
daba crédito a lo que veían sus ojos. Una chica joven, magullada, apareció
desnuda frente a su lugar de trabajo, las instalaciones del FBI. Tenía pegadas
por todo el cuerpo unas notas amarillas que al posarse en la acera dejó caer.
En ellas había nombres y fechas de las personas que iban a morir.
A partir de entonces comienza una
doble investigación. Por un lado, el inspector, que quiere saber la relación
que tiene con uno de sus casos frustrados (la desaparición de Katelyn Goldman).
Y, por otro, Jacob, que era consciente de la existencia de una organización que
estaba detrás de todo, va en busca de su amada. Aparece también, mediante la técnica
del flashback, la perspectiva de una
adolescente llamada Carla, nueve años antes, en un monasterio de un lugar
desconocido.
Estas tres historias se alternan
ordenadamente para ofrecer una lectura ágil, intrigante y adictiva, que arrastrar
al lector hasta el final en la resolución de los diversos momentos de tensión,
por no hablar de los giros de la trama y del misterio de las espirales de nueve
aspas. Por ello, es un libro muy recomendable para un público juvenil acostumbrado
a leer, aunque tampoco decepcionará a lectores más experimentados.
Personalmente, he disfrutado mucho
de la lectura y me he sentido identificado con cada personaje. Si queréis un
libro que se lea rápido, si os gusta la novela negra y la lectura en general, disfrutaréis
de este libro tanto como yo.
Manuel Bustamante Martínez, 4º ESO C
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